La comida
basura o comida chatarra (traducción literal del término en inglés junk food)
contiene, por lo general, altos niveles de grasas, sal, condimentos o azúcares
(que estimulan el apetito y la sed, lo que tiene un gran interés comercial para
los establecimientos que proporcionan ese tipo de comida) y numerosos aditivos
alimentarios, como el glutamato monosódico (potenciador del sabor) o la
tartracina (colorante alimentario).
Potencialmente
todos los alimentos son perjudiciales para la salud si se abusa de su consumo,
pero los que se consideran comida basura lo hacen en mayor medida por
necesitarse menores cantidades para producir efectos adversos, o por consumirse
en mayores cantidades, dada su facilidad de consumo (comida rápida) o el
prestigio social de su consumo (ligado a formas de ocio juvenil). También puede
ocurrir que determinados grupos de población, o los que padecen determinadas
enfermedades previas, sean más sensibles a sus efectos. Suele relacionarse el
consumo de comida basura con la obesidad, las enfermedades del corazón, la
diabetes del tipo II, las caries y la celulitis. La comida chatarra le brinda
al consumidor grasas, colesterol, azúcares y sal, mientras una verdadera comida
debe proveer fibras, proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales necesarios
para el rendimiento del cuerpo.
Los
restaurantes de comida rápida brindan desde luego este tipo de comidas, pero
además las cadenas de supermercados también ofrecen al mercado dicha comida
chatarra. En este sentido, las investigaciones sobre procesos socioculturales y
nutrición nos pueden ayudar a comprender este fenómeno, pues se enfocan en los
procesos de cambio a gran escala, como la globalización, modernización,
urbanización, los cambios en el rol de la mujer y los cambios tecnológicos,
para entender cómo estos procesos afectan la comida y la nutrición.
No puede
afirmarse que la obesidad y las enfermedades adyacentes son causadas en su
totalidad por la comida chatarra, pero sí es un factor principal del problema
masivo de obesidad en los niños o por problemas de salud al que se implementa
la comida y así se provoque la obesidad. Un combo grande de comida chatarra
(hamburguesa doble con queso, papas fritas, bebidas y postre) puede contener
9200 kJ (2200 kcal), las cuales, a una tasa de 350 kJ (85 kcal) por milla,
requerirían un maratón para ser quemadas. Otra posible causa de la obesidad es
la vida sedentaria que han adoptado los niños en la actualidad, fatal
combinación para su salud.
Los niños presentan
con gran frecuencia problemas de nutrición. Esto contribuye a problemas
sociales y psicológicos en el desarrollo del niño. El índice de obesidad,
problemas cardíacos y hasta repercusiones psicológicas se ven reflejadas en los
niños a causa de la malnutrición que impera en la sociedad moderna
estadounidense. El mecanismo de propaganda de los restaurantes de comida rápida
hace que este índice tenga más revuelo, creando así graves problemas de salud
en los niños. El gran poder de la influencia publicitaria crea un
desplazamiento de valores nutricionales que cualquier niño necesita en su
desarrollo, causando así los problemas antes mencionados. La comida chatarra en
sí, es una mercancía, que a los ojos de las industrias debe venderse a gran
escala para obtener lucro de ella; no importa el valor nutricional de la misma,
sino la mayor cantidad de ventas posible. La comida chatarra es reflejo de una
economía que se basa en una sociedad capitalista y consumista. Por eso, desde
muchos puntos de vista, la comida chatarra es un daño y no un bien para la
sociedad.
Si una persona
consumiese comida chatarra todos los días, tendría más probabilidades de
padecer enfermedades sanguíneas, obesidad, diabetes y colesterol alto. No es lo
mismo si esta comida se consume una vez a la semana que todos los días. Las
consecuencias pueden ser irreversibles y hasta lamentables. Los hábitos
alimenticios que hemos adquirido con el tiempo y la vida moderna, se han
transformado en un hábito que atenta contra la salud. Algunos de alimentos
chatarra, comunes en muchos hogares son: hamburguesas, salchichas, papas
fritas, productos congelados para la preparación en microondas, bebidas
gaseosas y dulces entre otros. El tomate o la lechuga frescos que acompañan a
algunos de estos alimentos es lo único que no debe considerarse basura, por su
contenido en vitaminas y fibra.
Este tipo de
comida es muy popular por lo sencillo de su elaboración (sometida habitualmente
a procesos industriales) y conservación (en muchos casos no necesita refrigeración
y su fecha de caducidad suele ser larga), su precio relativamente barato, su
amplia distribución comercial que la hace muy fácilmente accesible y la presión
de la publicidad.
Recuerda: “No
permitas que te engañen con la venta de comida chatarra químicamente sabrosa;
porque después, estarás esclavizado a tomar medicamentos hasta el último día de
su existencia”.
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