ERRORES A EVITAR POR PARTE DE UN DOCENTE
Ser docente en estos tiempos se ha convertido en
una profesión de riesgo. Sin duda, el factor vocacional es determinante a la
hora de elegir una profesión exigente y que supone una enorme responsabilidad.
Lamentablemente, en las facultades no se nos prepara para una labor que a mi
modo de ver marca buena parte del destino de una sociedad. Muchos de nosotros
hemos ido aprendiendo a ser profesores más por nuestros errores que por
nuestros aciertos.
Pues bien, en este artículo los quiero dar a
conocer algunos errores que son muy comunes en nuestra profesión y que
creo que con poco esfuerzo podemos corregir y mejorar así nuestra labor docente.
Siempre me gusta decir que errar nos hace humanos, y que rectificar no
convierte en buenos profesionales.
¿Qué errores podemos evitar como
docentes?
1. Falta de visibilidad. La presencia y visibilidad en el
aula es un aspecto muy a tener en cuenta a la hora de impartir una sesión
lectiva. Ya me he referido en otros artículos a la importancia de que los
alumnos siempre tengan una referencia visual del profesor en el aula. Para ello
es fundamental que estemos preferentemente de pie y en constante movimiento,
para que los alumnos fijen su atención hacia nosotros. Ello nos permitirá tener
un mayor control del grupo clase.
2. Oír sin escuchar. Un aspecto al que le doy mucha
importancia en mis sesiones lectivas es intentar no sólo oír a mis alumnos,
sino también escucharlos. La diferencia entre oír a una persona y escucharla es
enorme, ya que cuando la escuchamos lo estamos haciendo de forma activa y les
transmitimos a nuestros alumnos que aquello que nos está diciendo es importante
tanto para ellos como para nosotros. Los alumnos de una clase demandan atención
en todo momento. De ahí que en la medida que nos sea posible, debemos
esforzarnos para escuchar con atención aquello que nos quieran decir. Con ello
aumentaremos la empatía y mejoraremos nuestra relación con ellos. Aquellos
docentes que sólo oyen a sus alumnos pero no interactúan, corren el riesgo de
tener una relación distante y ello repercute negativamente en la relación del
docente con el grupo.
3. No mantener el contacto visual. La comunicación no verbal de un
docente, aquel que se transmite a través de los sentidos, resulta fundamental
en el desarrollo de una sesión lectiva. Bien es cierto que los docentes
enseñamos a través de la palabra oral y escrita, pero también comunicamos a
través de nuestro cuerpo y, por supuesto, con la mirada. Referente a la mirada
hay un aspecto que es importante corregir y es el hecho de hablar a nuestros
alumnos sin mirarlos directamente a los ojos. No mantener un contacto visual
con nuestros alumnos repercute negativamente en la relación y en el
aprovechamiento de nuestras sesiones lectivas. No mirar a nuestros alumnos
transmite inseguridad, duda, incomodidad, falta de empatía… No mirar a nuestros
alumnos hace que exista un distanciamiento con ellos que luego repercute
negativamente en nuestra relación con el propio grupo.
4. No cumplir con lo prometido. Lo prometido es deuda. Todos
saben el sentido de la justicia que tienen, por lo general, los alumnos.
Incluso añadiría que además de sentido de la justicia tienen muy buena memoria
para aquello que les conviene. De ahí la importancia de ser muy escrupulosos
con aquello que les prometemos, porque si ya de antemano sabemos que no vamos a
cumplirlo, esta promesa no cumplida se volverá en nuestra contra. Esto sirve
tanto para las promesas como para con las amenazas en caso de no cumplir con
las normas del centro. Un docente que no mantiene su palabra o que no cumple
con su palabra es un docente que poco a poco va debilitándose frente al grupo y
puede afectarle muy negativamente en el caso de que quiera ganarse su respeto.
5. Prolongar el tiempo de corrección. Profesor, ¿tienes los
exámenes corregidos? Seguro que se trata de una pregunta que si no a todos,
a casi todos les habrán hecho en algún momento. Todos somos conscientes del
esfuerzo que implica la corrección de ejercicios, trabajos exámenes… Pero creo
que es importante hacer un esfuerzo por entregar dicha corrección en la mayor
brevedad posible. La rapidez en la corrección es algo que los alumnos valoran
muy positivamente y hace que te ganes el respeto de tus alumnos, porque
consciente o inconscientemente te conciben como un profesional implicado y
eficaz. El hecho de entregar con rapidez aquello que hemos corregido también le
da valor a la corrección en sí en el caso de que queramos hacer algún inciso o
comentario en clase. Hay docentes que tardan semanas en la corrección y ello
repercute negativamente en su beneficio.
6. No utilizar el mismo código. Para que exista una correcta
comunicación entre dos personas, estas deben conocer y compartir el mismo
código. En muchas ocasiones se producen problemas de relación entre alumno y
docente porque la fractura que existe del código de cada parte es insalvable.
Los docentes tenemos la facultad de dominar todos los registros de una lengua,
desde el culto hasta el vulgar, pasando por el coloquial. El error que
cometemos es pensar que también nuestros alumnos dominan todos estos registros.
En la medida que seamos capaces de compartir al máximo el mismo código, más
fluida será la relación entre alumno y docente y mayor será el grado de
comprensión. Con ello no digo que debamos situarnos a su nivel de competencia
lingüística, sino que se trata de encontrar un equilibro entre aquellos que les
podré enseñar como nuevo y el registro que utilizaré para que ese conocimiento
llegue a todos los alumnos.
7. No dejarnos influir por nuestro estado de ánimo. Siempre he admirado a los
presentadores de noticias de la televisión porque siempre tienen el mismo
semblante, pese a que seguramente tendrán como todos nosotros sus días buenos y
sus días malos. A esto se le llama profesionalidad. Pues bien, creo que esta
profesionalidad también debería ser aplicable a los docentes. En muchas
ocasiones nos dejamos llevar por nuestros problemas personales y los
trasladamos a nuestras sesiones lectivas. Tenemos poca paciencia, nos sentimos
irritados, gritamos por cualquier nimiedad, expulsamos a alumnos de forma
arbitraria. A mí me gusta pensar que cuando entro en una clase es como si
entrara en un plató de televisión. Al ponerme delante de mis espectadores, los
alumnos, debo dar lo mejor de mí mismo, independientemente del estado de ánimo
en el que me encuentre. Ser profesional bajo cualquier circunstancia es la
mejor forma de dignificar muestro trabajo.
8. No educar desde el respeto, sino desde el miedo
y la autoridad. Muchas
veces los docentes mezclamos conceptos como la educación, el respeto y la
autoridad. Son expresiones que por sí darían para varios artículos. En este
caso sólo quiero incidir en la importancia de no tratar de educar desde el
miedo y la amenaza. En muchas ocasiones asimilamos el control de una clase con
medidas que fomentan el miedo a nuestros alumnos o la amenaza ante el
incumplimiento de alguna norma. Creo que es un error. Desde el principio
debemos enseñar a nuestros alumnos desde el respeto, desde la responsabilidad.
Hay docentes que se vanaglorian de que en su clase no hay problemas de
disciplina. Lo que no dicen es que esta disciplina viene condicionada por el
miedo que le tiene los alumnos. Nunca hay que enseñar desde el castigo, la amenaza
o el miedo. Si así lo crees posiblemente se ha equivocado de profesión.
9. Enseñar sin educar. Los docentes solemos cometer el
error de pensar que nuestra profesión consiste en la transmisión pasiva de
conocimientos, en la transmisión unidireccional de contenidos a través de lo
que podríamos llamar una clase magistral. Creo que este enfoque es erróneo. Y
es erróneo porque un docente es mucho más que un mero transmisor de
conocimientos. Un docente es aquel que además de enseñar es capaz de invertir,
repito, invertir, todo el tiempo que haga falta en educar a sus alumnos, en
transmitirles valores como el de la solidaridad y la cooperación.
10. Mezclar lo profesional con lo privado. Redes sociales. En la
sociedad actual la privacidad se está convirtiendo en un lujo. El ámbito
privado de los docentes es algo que debemos tener muy en cuenta, porque un mal
uso de nuestra privacidad puede afectarnos muy negativamente. Me parece
importante que en nuestras sesiones lectivas nos centremos en lo educativo y no
en lo personal. Se trata de mantener una distancia con nuestros alumnos, en
especial, por lo que a las redes sociales se refiere. De ahí que sea necesario
mantener unas pautas de actuación muy estrictas. Lo digo porque los alumnos tienen
la costumbre de bombardearnos con preguntas sobre nuestra vida privada, nos
envían solicitudes a nuestros perfiles sociales, preguntan a otros compañeros
de profesión sobre aspectos relacionados con nuestra familia, edad, estado
civil… Es por ello que creo conveniente guardar con mucho celo nuestra vida
privada, porque a corto o a medio plazo, la información personal que podamos
dar a nuestros alumnos podría afectarnos negativamente. En mi caso, por
ejemplo, no acepto jamás ninguna solicitud de un alumno de ninguna de las redes
sociales de las que formo parte.
Revisando todos estos errores me doy cuenta de que
la profesión de docente exige por nuestra parte una dedicación y una vocación
extraordinarias. Siempre he pensado que los mejores docentes son aquellos que,
habiéndose equivocado una y otra vez, tienen la capacidad de levantarse todas
las mañanas para enfrentarse al reto apasionante que supone la docencia. Para
aquellos que amamos esta profesión tiene tanto de reto como de pasión. Aquellos
que nos dedicamos a la docencia debemos dar a en cada sesión lectiva lo mejor
de nosotros mismos, vaciarnos en clase, entregarnos para que nuestros alumnos
adquieran valores y conocimientos, enseñarles a través de la palabra y
educarles desde el corazón. Si tú eres uno de ellos, desde aquí mi más sincera
felicitación porque, "todo se puede aprender, todo se debe enseñar".
www.justificaturespuesta.com
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